Y hoy me quedo muda para oír lo que nunca te supe decir.

   Hoy y todos los días, supongo. Vivo enmudecida, escuchando lo que te te tendría que haber dicho, lo que te tendría que estar diciendo ahora, sin perder tiempo en pensar que es lo mejor para quedar bien o con una dignidad promedio. Y eso va a ser siempre así con vos, porque soy la imagen viviente del orgullo.
   No tengo arreglo con eso, soy así. Me puede estar doliendo todo, me pueden estar matando, literalmente, las ganas de verlo/hablarle/violarloydejarloparalítico, puedo tener en claro que necesito aclararle un par de temas antes que se vaya, pero no puedo volver hablarle. Volver a quedar mal. Volver a sentirme mal, desesperada. Volver a romperle las bolas a la gente que sabe esto de memoria, la cual se vive frustrando cada vez que vuelvo con lo mismo y sabe llamarse Mayra. 
   No se si está bien lo que hago. En definitiva, el flaco se va en unas semanas de mi vida, si no es que ya se fue. Podría haber arreglado las cosas o podría, como elegí, dejar que se vaya (LA PUTA, PRIMERO EL TELÉFONO, DESPUÉS TIMBRE, DÉJENSE DE JODER!) y que cada vez que pase por su cabeza le venga la imagen de una turra. 
   Ay, me saca ser así. Preferiría mil veces ser una lanzada, que se arrepiente de lo que dice, porque larga todo ni bien se le formula en la cabeza. Eso mil veces antes de poner siempre las ganas de no quedar mal por sobre la gente.
   Ya fue. No dudo que ya pasó, que mi oportunidad, si alguna vez existió, se fue bien a la concha de su hermana. Lo que si dudo es que esto vaya a ser siempre asi. 
   Calculo que en algún momento el orgullo me va a flaquear, mi dignidad va a mostrar indiferencia a tirarse al piso y estrellarse violentamente. Y ahí si voy a poder pedirle perdón.